viernes, 18 de abril de 2008

ECHO DE MENOS

Viernes por la noche. Y me castiga el pensar que no quiero salir con nadie. Nadie que me conozca menos que un nivel. Me niego, no quiero. Demasiado esfuerzo para una mortal que se ha pasado un año hablando -o, más bien, respondiendo-, sobre su propio año (bonito o no, cansa).
Por eso, pienso. En cuando puedo salir a las once de la noche sin haber llamado a nadie, porque voy llamando por el camino. Y en cuando Raquel y Marta vienen desde algún punto del mapa del metro para sacarme de casa (o sacarme unas risas, que son igual de terapéuticas). Muchas veces la excusa para salir es que Laura también anda escondida en algún otro punto, allá por Tribunal , y, vamos, salimos a encontrarla.
Estos recuerdos son los motivos: me niego.
Ahora viene Carlota, en su guagua desde Japón. Luego puede que se unan las vascas (Henar y Waleska, que nunca serán Waleska y Henar). Ellas,sólo ellas, tienen la acreditación para esta noche de viernes. Camino también; pero Camino está trabajando. Mañana me la encontraré durante el café de la mañana (el mio con leche caliente y mucho azúcar; el de ella solo y frío: así es nuestra camino!). Ella también tiene acreditación para los desayunos, que no es poco.

Y en esas terminamos el año. Buscando por el supermercado alguna cosa que se le parezca al lomo adobado; intentando hacerme unos huevos al plato como los de mi padre: con salami, a falta de chorizo.

Pd. Después de esta melancolía gastronómica, debo decir que he estado en Barcelona. Necesitaba hablar un poquito de Español, aunque fuese precisamente allí. Ha sido todo un escape de presión para la cabeza: Gracias Gara!

miércoles, 2 de abril de 2008

COMO ESPERANDO A ABRIL

La primavera llegó a Roma, y nos dio una tregua de agua. Sí, porque en la Semana Santa no paró de llover. Y llovía, y llovía, y llovía,... y yo atrincherada en casa, con la habitación vacía y cosas por hacer. Pasé una Pascua fugaz en Orbetello, en una playa preciosa que da al Mediterráneo y cierra a una laguna. Hoy nos vamos a Formia, como medida de ánimo para mi compañera de habitación. Todavía no se recupera del susto de haber vuelto a esta ciudad extraña. Se va hablando del final y los exámenes van apretando más que el resto del año. Pero, por fin, salió el sol y el frío húmedo -que tantas comederas de cabeza nos daba a la hora de ponernos ropa y ropa- nos ha dejado el privilegio de aventurarnos a enseñar los brazos: antes de que vuelva la lluvia!
Y así seguimos, con la melancolía escondida en el trastero esperando a días menos soleados.
Todo indica que esperaba para esconderse en abril y hacernos el principio del fin un poco más feliz.

http://www.komunika.net/silvio/cancionero/abril.html