sábado, 10 de mayo de 2008

CRECER Y DESCRECER

Hoy en mi particular intento de estudio de sábado me he encontrado una teoría que me ha sorprendido. Esta en cuestión hablaba del desarrollo humano, del desarrollo de la personalidad. Decía algo así como que en cada etapa de la vida tenemos una cierta tarea por cumplir, que sería, más bien un reto, correspondiente con nuestra edad. Si no lo cumplimos, estamos jodidos. Luego eso se acarrea y se llega a la vejez con falta de integridad, y nos vamos al polo opuesto: seremos viejos desesperados.
La teoría en cuestión, ahora que la pienso un poco, es una coñada. Sin más. Pero me ha parecido bonita, y me ha sorprendido, porque en cuatro frases sintetizaba alguna de las cosas de las que hablo por aquí continuamente.
Decía que casi de bebés aprendemos la fiduzia (a fiarnos de los otros). Como a mitad de la infancia, la autonomía; al principio de la edad adulta la intimidad. Ya en la edultez tenemos que apañárnoslas para evitar estancarnos (y creo que eso en un lenguaje llano quiere decir, amargarnos). Y lo que ya he dicho, si lo hacemos todo bien, si lo hemos pensado un poco: llegamos a viejitos íntegramente -como se supone que dios nos manda-.
Y es que estas cosas de la vida las he pensado mucho, y las he sufrido un `poco. Cómo hacernos viejos sin meter la pata demasiado. Ser un poco íntegros. Evitar llegar a ciudadana frustrada. Cómo respetar y ser respetada. Y sobre todo, intentar entender cómo querer y manejármelas con el "ser querida".
Primero con los amigos, luego con los amores más tarde con los padres. Observamos cosas que nos dan que pensar. Y yo por desgracia últimamente pienso demasiado. Y temo demasiado.
¿Qué es lo que temo? Llegar a vieja y no ser íntegra. No ser una viejita feliz, sino una viejita amargada. Y no haberles facilitado el camino a los que conmigo se tengan que tropezar.

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