miércoles, 10 de septiembre de 2008

HOMENAJES DE (final de) VERANO


Una chica, y otra. Daban vueltas y vueltas por las calles de un pueblo. De vez en cuando se abrazaban y hablaban, hablaban de mil cosas desorganizadas.
Sobre todo, puede ser que haya obrado la compañía. Porque esa chica, y esa otra se acompañaban. Aquí y allí.
Ella es Gara, y yo, ya se sabe, María. Hemos crecido juntas, aunque separadas. Pero si hay un destino, creo que debería creer en él por ella. Porque ya la genética nos lo susurró al oído. Y las costumbres y los ratos libres hicieron que la cosilla se manifestara. Que Gara me iba a dar la brasa con J.R. y yo a ella con I.S. ha sido solo parafernalia, de segundo plano (que brasas tan absurdas).
Yo he sido ladilla, matorral e incluso La Pantoja (porque ella es la gran Madre de La Pantoja). Eso sí que no son parafernalias!
Ella es mi refugio en Barcelona y yo quizás el suyo en Madrid. En La Palma la acoso a llamadas y si no, le toco en el portero. Ella también lo hace conmigo. Yo le gruño a sus amores (y sin quererlo yo me vuelvo la madre de La Pantoja) y ella no se aburre con los míos.
Eso, nos tomamos un café, lo consumimos. Yo blasfemo por la gente que saluda por la Calle Real HOOOOOLA!, -cómo si hoy fuera el mejor día de sus vidas, oye! si es un día de mierda!- Y a ella le pagan el trabajo del verano con un libro.
En fin... vendrán otros tiempos y seguiremos aquí, entre reagge-tunnings, vívoras y hombres salidos de películas poco románticas.

A nosotras, ya, no nos van a comer.

Un besito, mi niña.

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