Ya no nos encontramos, y yo no nos vemos. Ya no intuimos cómo las horas del día despeinan nuestros rizos. Ni hacia donde estaremos andando. En el tren, en el metro o en el tram.
Por la mañana cada uno llena sus bolsos, planea su vida. Las cosas que necesitaremos, los imprevistos que se vendrán en contra, la cartera, las llaves, el móvil.
¿Llevas el ticket del bus, el abono?
¿Te tomas el café a media mañana con tu amiga? ¿Le hablarás de lo bien que fue ayer, lo mal que va hoy, lo poco que has dormido?
Ya no, parece que no. No se sabe si no.
Ahora las cosas han cambiado de color. No se sabe si es el tiempo, la distancia, la recolocación de las entrañas. Que ha pasado el calor y el frío se abalanza sobre nosotros.
No nos vemos, no nos miramos, no nos olisqueamos. Podemos ser completamente desconocidos. Podemos ser gente de hola y adiós, tampoco. Podemos ser, simplemente.
Puedo haber alucinado o perdido por un tiempo la realidad. Puedo haber. Puede ser simplemente que haya sido todo verdad, y este periodo una mentira. Puede haber sido una mentira. O puede ser que no sea. O que seamos, puntos atravesando las ciudades en un estado de sincronía, o de sintonía, todavía intermitentes.
jueves, 9 de octubre de 2008
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1 comentario:
Tal vez...
Puede...
No sé...
A lo mejor...
... coincidamos.
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