Esta noche escribo porque quería escuchar música. Mi discman “nuevo” me ha abandonado por segunda vez y se está negando por completo a trabajar. Lo he tratado muy bien: le he alimentado con música bonita y me lo he camelado con algún paseo que otro por Madrid, Tenerife o La Palma y con bastantes viajes en Cercanías Renfe. No le gusto, no me quiere, me ha dejado!
Ante este inoportuno desamor, cogí por la tangente. Me apetecía oír a Jorge Drexler, así que le quité el forrito a mi portátil (…suena música sexy, trompetas o algo así…).
El nuevo fichaje viene con Windows Vista, Office 2007 pirata y una foto de Marruecos como telón. Lo conocí en la Fnac-Callao y no tiene reparo en cantarme justo lo que quiero oír y en enseñarme las fotos más bonitas. Creo que aquí hay futuro. Lo mejor que tiene es que “su” Word me deja escribir ahora, y colgarlo mañana.
Sigo a la búsqueda de piso. No es fácil: demasiados tumbos y demasiadas dudas. Soy una cobarde. Hoy ha sido mi segundo día de clase y sigo manteniendo conversaciones en múltiples idiomas con mi amigo italiano. Es un amigo de dos días, pero me ha contado que el barrio donde está mi facultad fue bombardeado a lo bestia en la II Guerra Mundial –Y mi portátil dice con la voz de Jorge Drexler: “la Guerra es muy mala escuela, no importa el disfraz que viste”-. Luego he venido a la resi, he mirado un piso, he cenado en compañía mallorquina… Todo está siendo muy raro, pero muy, muy agradable.
Todavía no he escrito sobre la “residencia de las monjas felices” así que creo que es el momento. Es un sitio muy bonito: tiene un jardín precioso con naranjos, limoneros, palmeras (like me), una fuente, mesitas en el césped… Es un caserón antiguo donde me dijeron que vivió un príncipe. Al parecer su mujer, al perder el niño que esperaba, se tiró por el balcón. Luego se vendió la casa a las monjas. Yo prefiero creer que esa es la historia del novato.
Las monjas andan de allá para acá con sus cosas. Las puedes ver con sus cascos y su musiquita, metiéndose en internet para ver el correo, bailando… son bastante peculiares. Una de las más jóvenes nos ha nombrado al Kamasutra y nos ha contado que tuvo rastas (¡¿¿??!).
Pese a que parezca extraño, sigo creyendo más bien poco en dios con minúsculas. No he dejado de pensar en el sexo (sigo siendo HORMONA), en lo bien que están los italianos (el paseo hasta la facultad fue bastante interesante esta mañana) y en el pagafantas, gran referente y mejor persona. Pero este sitio es peculiar, es divertido, y me están tratando de lujo. Las chicas del colegio también se portan muy bien y aunque mi italiano escasee, se les nota el detalle. Hay una chica muy especial que me dice “Piccola María, hai 20 anni.” También me llama “su optimista”. Es buena gente.
Bueno, esto es todo por hoy. Gracias por dejar notitas aquí, me hacen muchísima ilusión.
Besitos.
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