domingo, 14 de diciembre de 2008

ENTRE LOS PARÉNTESIS COTIDIANOS

El otro día me desperté con la pierna izquierda. Y no estaba sola. Me tomé el café como todos los días. Pero no era cualquier día. Quizás era el último día o quizás el primero.
Y quise resumir todo lo que he vivido últimamente, y no pude. Un resumen, un collage, no me sale niente. Es más, me sale la vida en technicolor, y en dos lenguas: estoy bien jodida, me dije. Y tiré por la Gran Vía.
Así estamos, a puntito de huir cada uno a nuestras casas.
Creo que estamos bien. Somos lo que se dice, felices.
Este finde he estado metida en casa de Marta. Haciendo apología de la "vida picante" en tonos degradados rosa-azules (degradados por el "Christmas is all around us" y el eterno frío de Madrid).
Mañana me despertaré sin poder levantarme, como todos los santos días. Después de una lucha de media hora saldré corriendo, saludaré a la Cibeles y al hombre del acordeón en Recoletos. Luego un poquito de -3º me convencerán de que tengo que volver a casa y de que tengo que estudiar. Así que a casa volveré. Y el jueves me iré a Barajas...
El jueves vuelve el otoño (porque el otoño aquí no ha sido, no ha existido). Volverá la neurona al trabajo -exámenes en enero- y también volverá la neurona a relajarse -no habrán más trenes, ni -3º-. El viernes me despertaré de un salto y me iré a desayunar a la calle.

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